dimecres, 9 d’abril del 2014

Arrenca la Saloufest 2014 (XII)



El Diari de Tarragona publica avui una crònica d’ambient d’una nit de la Saloufest. Es titula La farra de la seva vida (això és el que promet a la seva web l’agència que els porta, per molt que després diguin que vénen a fer esport) i és força il·lustrativa del descontrol que shi viu. Com cada any, vaja. És cert que són joves i que els bull la sang bull. El problema, però, és que són 10.000 els que aterren de cop a la capital de la Costa Daurada en tres onades successives. I això sí, dóna molta pasta, però també comporta moltes molèsties als veïns que els pateixen, els drets dels quals haurien de prevaldre per sobre del negoci dels empresaris. Reprodueixo la crònica de Mònica Just (fotografia de dalt: Alba Mariné):

No son ni las diez de la noche. Es temporada baja. Por las calles de Salou solo pasean algunos vecinos, mientras jóvenes comerciales reparten flyers y tratan de captar clientes en la zona donde se concentran la mayoría de pubs y discotecas. Pero no están preocupados. Saben que esa noche tendrán suerte. La tranquilidad es solo temporal. Los gritos, cantos y abucheos que emanan de habitaciones, terrazas y jardines de los hoteles son un indicativo de lo que les espera. Ha llegado la Saloufest, así que el desmadre y, por supuesto, el negocio, están garantizados. «La gente dirá lo que quiera, pero estos días trabajamos gracias a ellos», aseguran dos de los jóvenes que reparten a pie de calle propaganda de los locales de la zona. El sector comercial y hotelero estima un impacto económico de unos cinco millones de euros.
Pasadas las diez, los británicos salen a la carga. Empiezan la fiesta en sus habitaciones, antes de salir y tomar, literalmente, las calles más lúdicas de Salou. Minutos más tarde, ya se dejan ver. La mayoría van en grupos numerosos. De veinte o más.
La tranquilidad anterior era sólo un pequeño parón para coger sus disfraces más extravagantes y empezar lo que muchos definen como la juerga de su vida. «¡La madre de todas las giras! La semana más loca y memorable de la vida de un estudiante», vende la empresa organizadora en su página web oficial. Y ellos rinden homenaje a esta afirmación.
Primera parada, el súper. Cargan sus bolsas y mochilas de alcohol. Llenan sus botellines de agua con otros caldos y, luciendo los disfraces más ligeros que encuentran —tanto chicos como chicas—, abren su gran desmadre. Grupos vestidos de Papá Noel empiezan a caminar y saltar por la calle. Gritan. Se lo pasan en grande. «A eso hemos venido. A hacer deporte, pero también de fiesta», confiesa uno de ellos. Chicos vestidos de bailarina o superhéroe, o chicas con shorts y atuendos de indias y vaqueras. También hay quien luce disfraces más tétricos y propios del Halloween... Lo viven como su particular carnaval. Un carnaval a la británica.
No les gustan los periodistas. Y mucho menos, los fotógrafos. Algunos incluso llegan a enfadarse y a ponerse muy bordes. Otros, sin embargo, posan contentos al ver una cámara. Curiosamente, estos suelen ir botella en mano. Será un comportamiento proporcional a la cantidad de alcohol que llevan en sangre.
Tras las primeras horas de juerga nocturna en sus hoteles, la mayoría de ellos se desplazan hacia una misma dirección. El tiempo acompaña. No hace frío. Y estar al aire libre es ideal. Así que cientos de ellos se encuentran, ya antes de las once, en un bar descubierto, donde pueden comprar sus cubatas, bailar con los suyos y disfrutar del clima de la Costa Daurada. Otros, escogen pubs y discotecas. Y el resto siguen por la calle. Pasan las horas y algunos dicen basta. Su cuerpo no puede más y todavía quedan días de vacaciones. Unos, los más prudentes, se retiran, mientras que otros se quedan en la calle, tirados.
Mientras, los pocos turistas que estos días visitan la capital de la Costa Daurada al margen de la Saloufest les miran, curiosos. Incluso, confiesan, les hace gracia. A diferencia de la mayoría de vecinos. «Sabemos que es temporada baja y que generan negocio. Pero son muy molestos. Vienen miles a la vez y no se quedan cortos. Día y noche de ruido y desmadre», señala Manuel, un salouense que año tras año convive con este evento. Otros creen que la situación ha mejorado.«Aunque siguen armando jaleo y bebiendo, parece que este año están algo más tranquilos. Y me alegro», añadía Marina, otra vecina que vive cerca de la avenida de Carles Buïgas. Otros aseguran que aprovechan estos días para irse de vacaciones fuera.
Son 9.500 los estudiantes británicos que llenarán Salou hasta el 26 de abril en distintas tandas. Ahora están los del primer turno. Son 4.500. La polémica, como siempre, está servida. Pero la gente ya les conoce. Sabe a lo que vienen. «Solo son jóvenes que se pasan un poco. No delincuentes», asegura una vecina.