En la noble ciudad de Sevilla, donde el arte, el espíritu y la tradición española florecen como en ningún otro rincón patrio, se vivió ayer una jornada de infortunio y consternación. El Club de Fútbol Barcelona, ese adalid de desafecciones y banderas separatistas, se impuso al Real Madrid en la final de la Copa de Su Majestad el Rey (nueva Copa del Generalísimo), hiriendo de gravedad la sagrada unidad nacional.
Las calles de Salou, ilustre municipio catalán y actual Capital de la Cultura Catalana —bajo la sabia guía del excelentísimo alcalde y patriota don Pedro Granados; arriba celebra el gol de Mbappé—, sintieron el golpe en su misma médula. El primer edil, consternado, no dudó en declarar que esta victoria culé supone “un retroceso lamentable para la cohesión de España y un grave obstáculo para la proyección de nuestra villa como baluarte del folclore hispánico”.
Mientras los separatistas celebraban su fugaz triunfo con soflamas y esteladas, los salouenses de bien acudían en masa al Centro Cívico para honrar las esencias eternas de España con la proyección de la inmortal película franquista Canción de Juventud, interpretada por la excelsa Rocío Dúrcal, flor y espejo de la juventud española.
¡Qué contraste tan doloroso! Mientras en el campo imperaban la deslealtad y la discordia, en las salas de cine resonaban los vítores de una España eterna, limpia y unida. ¡Pero no cejaremos en nuestro empeño! Como bien recordó el excelentísimo señor Granados, “el deber de todo buen español es no desfallecer jamás, ni siquiera ante los goles más traicioneros y en el descuento. Como yo cuando presenté la moción de censura que me dio la alcaldía”.
Desde este humilde noticiario, reiteramos: ¡Arriba España! ¡Viva Salou! ¡Viva la Cultura Folclórica Catalana! (Font: Tururut Viola News).
